LA CAPILLA DE
“EL CEDRO “DE ZIPAQUIRA
A comienzo del siglo XX llega a
Zipaquirá, una comunidad de sacerdotes , denominados MISIONEROS CLARETIANOS HIJOS DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, quienes por falta de sede que los albergara, se instalan
inicialmente en el hotel Pedraza, a fin de llevar a cabo su misión
evangelizadora-
Poco tiempo después, buscan un lugar para la construcción de un Seminario
y encuentran en el ALTO DEL CUNCHO en el sitio LOS BAÑOS, una ladera o loma pelada donde había un frondoso
árbol de cedro , bajo el cual , el Libertador Simón Bolívar, gustaba descansar
y así lo hizo varias veces, en su paso por la ciudad de Zipaquirá, hacia el
norte del país.
Al lado de este viejo árbol, se
comenzaron a construir los cimientos de una construcción de acuerdo a los
planos del arquitecto José Antonio Stouthe, quien también construyó la cúpula de la Basílica del Voto Nacional en
la Capital de la República. El director de la obra en Zipaquirá, fue el
reverendo padre Camaraza
Las
grandes benefactoras de la comunidad de los Misioneros Claretianos,
fueron las hermanas señoritas Clementina
y Elisa Bernal Morales, prestigiosas damas de la ciudad, distinguidas por su generosidad y el aporte a las obras
sociales y de beneficencia, quienes cedieron los terrenos, aportaron los
dineros y auspiciaron todo el
crecimiento de los claustros y CAPILLA DE EL CEDRO y en igual forma,
de sus seminaristas y sacerdotes.
El edificio se pensó inicialmente en construirlo en forma de
“E” y en el ala central, debería quedar la Capilla pública, pero debido a un
olvido, tuvo que hacerse esta a un lado
de la construcción, quedando la misma en forma de “F”-
El día 25 de diciembre de 1935 se
ordenaron los primeros Presbíteros, quienes fueron estudiantes de estos
claustros y recibieron la Consagración sacerdotal de manos de Monseñor Juan
Manuel González Arbeláez, Arzobispo
coadjutor de la Arquidiócesis de Bogotá.
El l5 de agosto de 1945, la Capilla se
inauguró como Capilla pública y de aquí en adelante, , sus instalaciones ha
sido visitadas por miles de personas nacionales y extranjeras que siempre han
admirado en la ciudad la hermosura del
edificio y la inigualable obra, que con toda la construcción tomó el nombre de EL CEDRO en recuerdo al añejo arbusto ( que se
menciona al inicio) y que posteriormente hubo necesidad de demoler en el mismo año de 1945 en razón a que sus raíces
habían penetrado mucho en la edificación causándole graves perjuicios.
La CAPILLA DE EL CEDRO,
es de una sola nave, con crucero y ábside, cuyo conjunto forma una perfecta
cruz latina; el total de la longitud incluida la sacristía es de 30
metros, de ancho tiene 6 metros y 11 en
el crucero, la altura es de 7.80 mts.
Se llega hasta la
Capilla desde la carretera, por una prolongada escalinata bordeada de balaustradas,
que conducen hasta el pórtico, base de la torre aún inconclusa; tiene a su
entrada, un pequeño vestíbulo con cancel. El presbiterio es hexagonal: limita
por sus lados con dos capillas laterales ( la de San José y la de San Antonio
María Claret), a las que dan paso dos
arcos decorados imitación mármol en cuya parte superior, se destacan dos
ángeles que sostienen sendos escudos con
los nombres de Jesús y María pintados en
oro mate. Su frente, lo constituyen el
arco primero del crucero y la hermosa baranda del comulgatorio formada por
cuadrifolios y columnitas agrupadas y
geminadas; la pintura semeja lapislázuli y pórfido entreverados en oro. La mesa
y gradillas del altar mayor ostentan una fastuosa decoración en crema y
verde alternada con el bellísimo dorado
de las molduras, obra tallada a mano también en madera de cedro por
el Hermano Alfonso Valderrama C.M.F. junto con los demás altares y muebles del
templo.
El Sagrario y el Expositor relumbran de oro el cual se ha
prodigado en todos sus adornos. La hornacina donde descansa la imagen del
Sagrado Corazón de María, recibe luz natural por un bastidor de nubes pintadas
al óleo. La bellísima e imponente efigie es de tamaño natural y tiene una dulce
expresión de consuelo y refugio para el pecador al que parece adelantarse con
los brazos amorosamente abiertos para
sonreírnos con la sonrisa de Madre.
La rodea un fresco magnífico que representa la Suprema
Glorificación en el paraíso: El Eterno Padre y el Espíritu Santo, irradian la
luz de su Majestad, sobre la Reina de los mortales, mientras que cincuenta
ángeles en diversas posiciones y actitudes le rinden homenaje y reverencia: es una obra maestra,
que por lo atrayente de su colorido y la inspiración que denota, llama
poderosamente la atención.
En el cielo, se destaca la hermosa representación de la
escena de Emaús: la figura serena y
plácida de Cristo, recuerda allí la
dulce melodía de aquél cántico
inolvidable QUEDATE CON NOSOTROS TUS HIJOS OH
DIVINO JESUS: Te decimos lo mismo que un día pronunciaron los dos de
Emaús: “ QUEDATE POR PIEDAD, NO TE VAYAS, PORQUE TU, ESRES AMOR Y UNA NUBE
DERRAMA EN MI MENTE SU TUL DE DOLOR……” “ CON VOSOTROS ME QUEDO, LAS SOMBRAS
TENDIENDOSE VAN ….. AY POR SIEMPRE, AY
DE AQUEL QUE NO CREA AL PARTIR YO, EL PAN….”
Sobre la entrada a la capilla lateral de San José, el artista
Zipaquireño José Diaz Nemogal, delineó bellamente la muerte del Patriarca en
brazos de Jesús y de María.
En la entrada a la capilla de San Antonio María Claret, sobre
el arco, aparece Cristo con su corazón manifiesto sobre la cruz, aceptando la ofrenda que el apóstol del siglo
IXX hace a su congregación, legión innúmero de santos. En sus manos, San
Antonio María Claret, sostiene un libro abierto en el que se lee las cláusulas
memorables, epitafio de su tumba de desterrado: “AMÉ LA JUSTICIA Y ABORRECÍ LA
INIQUIDAD” ,mientras humilla a Satanás bajo sus plantas de Evangelizador.
Realizan grandemente la perspectiva de la Capilla los seis
arcos de medio punto, que simulan
destacar en doce columnas adosadas de
base ática y capitel románico; acantos regiamente dorados y blancas azucenas
rodean el Corazón de María que se destacan en la parte frontal de los
capiteles, formando un gracioso conjunto.
Los arcos ostentan una esplendorosa ornamentación de grecas,
meandros, irondas y dentículos en los que brilla fascinantemente el oro,
profusión nunca imaginada que se acentúa en las claves y escudos de los
ángulos. En el arranque del cielo, corre una cornisa de hojas acuáticas sobre
fondo dorado y a par suyo, una delicada viñeta de follajes y pámpanos con
enlazamientos de oro mate. En las enjutas de los arcos, sobre fondo azul obscuro resaltan
espléndidamente pintados en amarillo bronceado y lineamientos de oro, 20 medallones que representan las efigies majestuosas de los Evangelistas y Apóstoles: San Mateo,
San Lucas, San Marcos y San Juan, con sus respectivos símbolos y a sus lados
David, Juan el Bautista, La Anunciación y los cuatro Jinetes del Apocalipsis.
En los arcos de las demás naves, los
otros discípulos, con ángeles que sostienen pergaminos con sus nombres
correspondientes.
Los cuadros del cielo raso, van enmarcados en ribete de
azucenas y entre cuatro rosetones dorados cada uno.
El primero, el del crucero, representa la Asunción de la
Santísima Virgen. Cuarenta ángeles en disposición le sirven de carroza
triunfal. La expresión del rostro Virginal es dulzura y gozo indescriptibles.
Asciende victoriosa hasta la excelsa
altura para ser coronada. El manto cerúleo, flota con gallardía sobre un fondo
glorificador de nubes aurorales; allá en lo lejos, el globo terrestre y los
vergeles floridos, donde un ángel ha cortado un lirio impoluto para ofrendar a
la Madre Inmaculada. Nostalgia de cielo produce la contemplación de este
cuadro, en el que el pintor JOSE DIAZ NEMOGAL, puso toda su alma de artista.
El segundo cuadro
sobre el centro de la nave, ha copiado fielmente la escena idílica de aquella
noche buena madrileña en la que la Santísima virgen, puso al Niño Jesús en los
brazos privilegiados de San Antonio María Claret; una suave penumbra
misteriosa, envuelve el templo y el altar del Sacrificio; San Antonio María
Claret, en una actitud estática, acaricia acaricia la presencia Divina que
complacida le entrega su Madre. Esta es una composición que revela la piedad
fidelísima, las ternuras y afectos de San Antonio María Claret en aquella hora
venturosa.
El tercer cuadro al óleo, es una glorificación
pictórica del primer mártir claretiano de Colombia, seminarista Jesús Anibal
Gómez, estudiante que fuera de estos claustros venerados. Una sonrisa de
felicidad y una mirada de amor, expresa su rostro, al ser presentado al
Inmaculado Corazón de María por el Padre Fundador de la comunidad con la palma
victoriosa y su combate postrero sobre el pecho joven y heróico , rodeado por condiscípulos queridos y hermanos de la
congregación, mientras un coro angélico entona los versículos exultantes de
triunfo. La Madre Divina lo contempla ansiosamente; dos querubines muestran las
páginas del libro de la vida, en las que
se resalta el recuerdo cariñoso inspirado en la lira musa y vibradora del Padre
Carlos Eduardo, sobrino del mártir: “ Oh que flor tan hermosa habéis enviado
Madre de Colombia al Corazón de Cristo!”
El último lienzo, nos representa al Corazón de Jesús en
majestuosa actitud de Rey y Amo sobre la esfera del mundo. Resplandores de
inmortalidad lo circundan y le hacen corte
cinco ángeles uno de los cuales pone bajo las plantas del Dueño Divino
el Escudo Nacional de la República de Colombia. Es una maravillosa interpretación
del Señorío absoluto que Cristo Rey
posee en todos los pechos colombianos y en la extensión íntegra del patrio suelo, feudo y dominio
eterno de su Corazón.
La baranda del coro está formada por una serie de columnitas
jónicas con basamento y capitel dorados. El lujoso artesonado, ostenta virolas
y dentículos hermosamente combinados en oro, las paredes del recinto están
finamente estucadas en color gris, en su mayor parte, alternando con mármol
verde y blanco.
Recorre el
templo, una preciosa cenefa de
azucenas con trenzados serpenteantes; Los mosaicos y cartulinas son de un escogido estilo que adornan la
parte baja de los arcos, el cielo raso y
el marco de los ventanales llevan finísimo ribete de oro mate. La luz natural,
penetra a torrentes por 16 grandes ventanales rasgados divididos por ajimeces sencillos; en ellos, están
colocados vidrieras de color blanco y
azul cleste, la iluminación artificial
la proporcionan 46 focos eléctricos
dispuestos en artísticos brazos
en madera tallada color oro. El piso es de mosaico y granito rosado;
elegantes escaños, prestan comodidad para los fieles asistentes.
Resumiendo, diremos que este Santuario por la riqueza y
severidad de su estilo decorativo, por la atracción del arte que en tan
reducidas dimensiones encierra, es causa de
admiración y gusto para todos aquellos que lo visitan.
Hemos dicho, que en este recinto no se cumple aquel axioma
popular de que “ NO TODO LO QUE BRILLA ES ORO” , pues aquí, “SI LO ES … Y DEL FINO”
Es imposible dar una idea exacta de las preciosidades
artísticas de este templo que es una joya de arte religioso considerada como
PATRIMONIO NACIONAL DEPARTAMENTAL Y MUNICIPAL ,
tan solo conseguirán tener una idea concreta
y clara, nuestros visitantes, si con sus propios ojos lo contemplan y a
ello los invitamos a todos cordialmente, con la seguridad de que son recibidos con fraterno y sincero placer.